miércoles, 31 de marzo de 2010

GENERACIÓN SANTA PARA LA GLORIA DE DIOS.

Somos parte de una generación que hemos escuchado, atendido y entendido el llamado de Dios a nuestras vidas;

una generación que conoce sus pecados, que conoce sus debilidades y que sabemos que no somos más que unos simples pecadores muertos en nuestros delitos, si no fuera por la mano poderosa de Dios que sostiene nuestras vidas.

Jóvenes que BUSCAMOS día tras día el Renunciar a nuestros deseos, de los cuales muchos de ellos son lícitos, pero renunciamos para obedecer a lo que el Espíritu Santo nos indica que hagamos, porque sabemos que sólo ganaremos la batalla espiritual librada en los cielos si estamos refugiados en Dios, confiados en la fortaleza de Él, siendo también ejemplo de Humildad y Obediencia en Amor a la palabra de Dios entregada a nosotros a través de la Biblia, viviendo en Santidad y estando en comunión con Dios Padre a través de la oración.

Jóvenes que sabemos que nuestra batalla no es contra sangre ni carne, sino contra principados y potestades en las regiones celestes, y así como existen muchos que no conoce de Dios, pero que como las vidas de Cornelio o de Lidia, caen rendidos a los pies de Cristo al mas mínimo susurro de su creador, dejándose amar por El; sabemos que también existen muchos que están atribuladas y cegados por Satanás, y que éste no está dispuestos a soltarles tan fácilmente, por lo que nuestro deber es alcanzarlos primeramente en intercesión y ayuno, para luego ver cómo Dios se glorifica al transformar sus vidas cegadas por el pecado, ya que Cristo también murió por ellos en la Cruz, a pesar de que nosotros (como hombres) pensemos que no.

Jóvenes que sabemos que nuestro objetivo es colocar en acción el mandato de “ir y hacer discípulos de todas las naciones”, predicando la verdad de Cristo que siendo Dios se hizo hombre; que a pesar de que fue tentado en todo, no cometió pecado y que en su condición inocente pago por todos y cada uno de nuestros pecados, cargando con la culpa de toda la raza humana, no solo la de su generación, sino que desde Adán hasta las generaciones que aun no han nacido; y todo solo por amor, para que un día tú fueses alcanzado y convencido de pecado por el Espíritu Santo y reconocieras que eres pecador, y que sólo a través de la sangre de Jesús puedes llegar a la perfecta comunión con el Padre y alcanzar la vida Eterna en Cristo Jesús.

Una generación, que con cada pecador que se arrepiente y crece en la palabra de Dios, mediante un discipulado o sistema de estudio bíblico, su corazón rebosa de alegría, porque fue el sacrificio de Dios el que pagó por toda la raza humana, que desde Adán ha nacido con el rótulo de PECADOR CONDENADO; haciéndolo merecedor de ser llamado REDIMIDO, HIJO DE DIOS, salvado de una eternidad sin la luz de Dios; sacrificio que se hace efectivo desde el momento en que este pecador acepta su pecado y se baña con la sangre de Cristo, solo por gracia.


“Porque mi hijo estaba muerto y ha revivido, se había perdido y es hallado”

Una generación que no le tiene miedo a la vida ni a muerte, ni al hecho de ser rechazado por todos aquellos que no tienen nuestra misma esperanza en Cristo, ya que para nosotros el vivir es Cristo y el morir es ganancia. Por lo tanto queremos entregar nuestras vidas en Santidad para la gloria y honra de nuestro Padre celestial, para la gloria de Jesucristo, que dio su vida por nosotros, solo por Amor, y por el Espíritu Santo que nos redarguye de pecado día tras día, de los cuales los tres son uno en esta hermosa trinidad...


¿TE SUMAS?

Autor: Rafael Daviú Pimentel
Revisión: Guillermo Uzua, Mackarena Daviú, Andrea Gárate, Paty Salazar, Dámaris Maldonado, Patricio Meza.

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