martes, 13 de abril de 2010

SERES PENSANTES SIN PENSAMIENTOS.

Uno de los problemas más comunes en la sociedad chilena, es la falta de concentración lectora, problema que se agrava cuando consideramos el importante rol que juega la lectura en nuestras vidas. Esto se puede apreciar desde que estamos trazando nuestras primeras experiencias educativas hasta la vida adulta, en la que se hace indispensable tener una concentración más desarrollada para desempeñar distintas tareas en nuestros trabajos, universidades, enseñanza media, etc, misma que no existe. Necesitamos leer un texto una y otra vez, para recién comenzar a comprender el extracto de lo que quizás, quiso exponer el autor.

La pregunta es, ¿Cuál es la causa de esta falta de concentración lectora? ¿Por qué no aprendemos a concentrarnos desde que somos pequeños?. Es muy normal ver a un niño en una sala de clases que no puede mantener su concentración en su cuaderno y al contrario, decide pararse de su asiento y comienza a correr por la sala, desconcentrar a sus compañeros, reirse, saltar, gritar, etc, etc.

El profesor no debería hacer siquiera los inhumanos sobreesfuerzos, que actualmente realiza, para controlar a los pequeños. El niño debería estar tranquilo. No me refiero a una tranquilidad en la que no se mueva, sería ilógico pensarlo, me refiero a que nosotros no vemos lo anormal de su conducta al notar que necesitan pararse y sentarse, pararse y sentarse, volver a pararse y sentarse de nuevo; moverse de aquí para allá, querer esto o aquello. ¿No será que están siendo influenciados por algo que los hace comportarse de aquella forma tan itinerante?. Mantener la atención en algo, es una reacción que en los primeros meses aparece cuando el bebé es capaz de seguir con la mirada un objeto. ¿Pero que ocurre cuando esta habilidad no se utiliza, no se refuerza y se posterga por darle supremacía a la capacidad de tratar de mantener la atención en muchas cosas a la vez?.

Somos una generación que ha sido criada mediante un aparato llamado televisión. Esta útil herramienta ha servido no solo para comunicar al mundo con noticias interesantes, entregar programas de cultura y sano entretenimiento, sino también para que la madre, padre, tía, abuela o quien quiera que cuide a un niño, tenga unos minutos de respiro mientras el infante se tranquilice frente a coloridas imágenes de una pantalla. Podría decirse que quizás no sean un par de minuto, quizás sean 10, 15, 30, 45 minutos ó 1, 2, 6 horas , o quizás la mayor parte del día se le deje frente al televisor y que obviamente ya no es solo un momento de respiro para las personas a cargo del cuidado de ese pequeño.

Los programas que se muestran por la televisión, constantemente están cambiando el foco de atención, mostrando variadas y llamativas imágenes con el fin de no aburrir al espectador y que este no cambie de canal. No digo que el camarógrafo desarrolle una estrategia nociva ideada para afectar la mente de un niño, sino que para un adulto el exponerse a este tipo de secuencias no es tan dañino como para un niño que no tiene los filtros cerebrales desarrollados de un adulto y todo lo absorbe. En consecuencia, vemos a un niño irritable, que ha internalizado el mensaje “debo estar en constante movimiento, todo va muy rápido y nada dura lo que debería de durar”, tal como dura una imagen televisiva donde ni siquiera un adulto puede alcanzar a captar la totalidad de la imagen entregada. Aceptémoslo, hemos pasado más tiempo frente al televisor de lo que imaginamos, y este cuadradito brillante ha reemplazado las relaciones humanas como a una mamá o abuela que  lea un cuento a su niño, o a un papá que saque a jugar  o a  hacer deportes a su campeón o su princesita.

No nos hemos preocupado por ser una buena influencia para nuestros niños, al igual como nuestros padres nos dejaron crecer con la televisión. Seamos honestos, cuando le decimos a un niño, lee un buen libro, realmente, ¿tenemos la moral para decirlo?, o ¿qué porcentaje de los padres realmente tiene la moral suficiente para decirle a un niño, lee, porque también yo lo hago?. Los chilenos no somos buenos lectores, no nos gusta leer, por lo menos así es con el gran porcentaje de la población. Las comparaciones son siempre odiosas, pero que saludables se vuelven cuando las hacemos con un fin constructivo. Al decir: “somos malos lectores”, en Chile, cada una esquina hay una farmacia y en Europa existe una librería cada una cuadra. ¿Cuáles son nuestras prioridades?, ¿cuales nuestros pasatiempos?, ¿cómo influimos en nuestros hijos?, y al decirles que lean, ¿estamos leyendo para dar el ejemplo?, ¿nos cuesta hasta leer una portada de noticias?, y si no me crees, basta que te pares frente a cualquier kiosco que tenga diarios en sus vitrinas, y contabilices cuanto se demora en leer todas las portadas aquel civil que va caminando por la calle y se detiene para enterarse del acontecer o pulso del país.

El ser humano necesita la lectura. Leer significa alimentar nuestra creatividad. Al leer una novela por ejemplo, estamos siendo los productores, cineastas, director escenográfico, etc.; lo único que viene listo es el guión, todo lo demás lo debe construir nuestra mente; y eso a una actividad que a nuestras neuronas les agrada, y mucho. Se podría decir que por mucho tiempo le hemos negado a nuestra mente la capacidad de crear. La hemos sometido y esclavizado mediante la exposición de lo ya elaborado, al igual que si exponemos nuestra piel a material radioactivo u ondas de Rx. Pobre de nuestra mente. Somos seres pensantes, sin pensamientos, ya que nos han dicho en que pensar. Nos han debilitado nuestra capacidad de concentración lectora a fin de no tomar un texto y no poder pensar. Somos seres conducibles, dirigibles, sin ideas, sin capacidad de reclamar, ya que para tener una opinión propia, sin influencia de un tercero que me diga en que pensar, hay que saber de que se está hablando, y para eso hay que leer lo que ya se ha escrito.

La Biblia nos habla de que no debemos conformarnos a lo que nos ofrece este sistema, sino que debemos actualizarnos, por medio la renovación constante de nuestro pensamiento, para comprobar que Dios tiene para nosotros cosas mejores de las que estamos acostumbrados a vivir día a día (Romanos 12:1-2). ¿Y como podemos renovar constantemente nuestro pensamiento?. Mediante el estudio de todas las cosas. Mediante la grandiosa capacidad de la curiosidad implantada en el hombre. La biblia dice que si estudiamos podremos quedarnos con lo bueno, al fin y al cabo, eso se llama "formar mi propia opinión informada".

¿Por qué debes comportarte como dicen otros que debes comportarte?, ¿no eres acaso un ser pensante que evalúa la situación y que puede decidir si es bueno o malo?. Claro, ¿quien en este momento se deja llevar por lo que le dice otro?, nadie. Eso sería una clara ofensa, un insulto, pero ¿estás seguro de que nadie te dice como comportarte sin ofrecerte ningún tipo de fundamento?, ¿es que acaso no existen marcas de alimentos que consumes mas que otros, solo por el hecho de que pueden realizar mayor publicidad, pero la verdad es que son totalmente nocivos a tu salud?, el mismo cigarro que consumes, ¿Fumas porque es la moda o ser mas cool?, ¿no será que estás siendo víctima de otro que se esta lucrando con tu salud?, piénsalo, las campañas anti-tabaco son antiproducentes para las grandes empresas.

¿Cómo puedes creer que la Biblia no tiene nada importante que decirte, si ni  siquiera  te has informado de cual es su mensaje?; y al decirlo, ¿crees que estas siendo muy inteligente en tu opinión?. Piénsalo, la Biblia tiene mucho que decir con respecto a la sociedad en la que actualmente estamos viviendo.

¿TE ATREVES A LEERLA?


Autor: Klgo. Rafael Daviú Pimentel
Revisión: Alexis Pimentel T., Magister en Educación.

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